viernes, 19 de febrero de 2016

UN PEDACITO DE LAS DIVAS DE SANGRE

—¿Cuál es tú nombre?- me preguntó la Señora.


Los días habían pasado con monotonía, siempre el mismo sistema. Desayunábamos, comíamos y cenábamos productos de baja categoría, nada comparado con los preparados de Melania. No nos hacían hacer otra cosa que planchar y coser camisas blancas, nos encerraban en las habitaciones y nos moríamos del asco. Se habían escuchado rumores desde que llegué, rumores acerca de posibles suicidios en las habitaciones de: la cazadora, la monja y la piloto, pero esos rumores todavía no se habían hecho ciertos, al menos, que yo supiera.


La mañana fue bastante rara, después de desayunar, justo cuando recolectábamos de nuevo los créditos en la cadena de arreglado y planchado de piezas de ropa, la que parecía la reina del castillo nos fue llamando a las divas, una a una, dejando una ausencia en el grupo.


Tumbada en una camilla de cuero negro, me enfocaba con una pequeña linterna comprobando que mis pupilas estaban en perfecto estado y que no había hecho ninguna locura en días, como por ejemplo drogarme, algo de lo que se me acusaba injustamente.


—Dana, Señora-había dejado claro la formalidad con la que había que tratarla.


Entonces la linterna se apagó y su mano golpeó con fuerza mi moflete izquierdo. Sentí como el ardor se repartía por todo el golpe y deduje que mi tono de piel natural se había sometido a un rojo intenso.


—¿Cómo te llamas?-preguntó de nuevo mientras mis ojos derramaban lágrimas de dolor.
—Dana…-y antes de que pudiera decir mi nombre completo con ambos apellidos incluidos su mano me golpeó de nuevo. Clavé mis uñas en el cuero de aquella camilla e intenté coger aire mientras balbuceaba.
—¡¿Cuál es tú nombre señorita?!-me gritó mientras rellenaba una serie de formularios en las hojas que se apoyaban en una carpeta.
—Mil,…-esperé el guantazo pero no lo recibí, entonces comprendí que era lo que tenía que responder-Mil quinientos veintitrés.
—Aprendes rápido querida-dijo ella-La última reaccionó a la cuarta.









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Por aquí os traigo un pedacito de Divas de Sangre, para que podais entrar un poquito más en el universo. El fragmento habla de los primeros momentos en los que Dana Sant, la protagonista, se encuentra frente a frente con la Señora, la dueña del Reformatorio para jóvenes problemáticas Santa Tara. ¡A ver que os parece!

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